
Una reacción muy humana es que cuando se comete un error o una omisión relacionada con la responsabilidad se tiende a echarle la culpa a un tercero o a una circunstancia. Las empresas están integradas por seres humanos y con todo lo que ello conlleva, por lo que son objeto de ser contagiadas por las excusas. Esto es un obstáculo para seguir adelante con los objetivos, planes y gestión.
Generalmente, se tiende a tratar como sinónimos los términos motivo y excusa, pero su significado e implicaciones son muy distintos. En el primer caso se explican las causas que involucran un posible incumplimiento antes de asumir la obligación. La excusa se refiere a dar explicaciones después de no haber cumplido la obligación o la tarea.
Los expertos en asuntos empresariales diferencian muy bien estas dos definiciones; sobre todo, porque la excusa implica tiempo perdido que afecta tanto a las compañías como a los equipos y los compañeros de trabajo.
Hay que aclarar que cualquiera de estas acciones involucra riesgos de diferente magnitud. Identificarlos y asumirlos con anticipación es la clave de convertir en motivo una posible excusa.
Por ello, los motivos se pueden convertir en oportunidades de respuestas adecuadas y positivas en cuanto a que es posible cumplir la obligación fijada o porque se está a tiempo de corregir el rumbo y evitar el incumplimiento. Con la excusa no hay vuelta atrás.
Por ello, es indispensable reflexionar antes de ir a la ejecución, la cual debe ser realizada de manera adecuada para detectar proactivamente cualquier compromiso que represente riesgos de incumplimiento.
Aquí resulta muy útil la revisión semanal de lo que se va a ejecutar o se está realizando. Representa un hábito para atender asuntos que -por la carga de trabajo y la complejidad- suelen dejarse de lado o sus problemas se detectan tarde.
La revisión semanal contempla elaborar y fijar el calendario a futuro, especialmente si el periodo que es lo suficientemente amplio. Examinar los compromisos que se tienen en el calendario en, por ejemplo, para cuatro o cinco semanas permite detectar los problemas con el tiempo suficiente.
En conclusión, hay que dejar fuera las excusas y convertirlas en motivos. Para las empresas, las excusas y pretextos son un lastre del cual no están exentas. El uso indiscriminado de las excusas facilita el conflicto, trunca las relaciones y desune los equipos pues ocasionan que trabajen con disconformidad. Así que ojo con ellas.
Referencias:
https://ceeialcoi.emprenemjunts.es/?op=8&n=14675
https://optimainfinito.com/2020/10/la-gran-diferencia-entre-motivo-y-excusa.html